Manuela Rosas de Terrero, más
conocida como Manuelita Rosas (Buenos Aires, Provincias Unidas del Río de la
Plata, 24 de mayo de 1817 - Londres, Reino Unido, 17 de septiembre de 1898) fue
una personalidad política argentina, hija de Juan Manuel de Rosas y Encarnación
Ezcurra.
Hasta el fallecimiento de su
madre, en 1838, ésta ejerció una importante influencia política y social en la
política de la provincia de Buenos Aires, de la que Rosas era gobernador,
mientras Manuela permaneció en un segundo plano. A diferencia de su padre,
mantenía algunas relaciones con su hermano Juan.
Tras la pérdida de su madre,
Manuelita comenzó a ejercer de hecho como una Primera Dama, acompañando a su
padre en ceremonias protocolares y recibiendo a embajadores extranjeros y
representantes de los gobiernos de las provincias argentinas. Durante los años
en que su padre permaneció en el poder fue un símbolo del Partido Federal; a
diferencia del rígido carácter de su padre, aportaba en las relaciones públicas
de éste gestos de humanidad y de dulzura, pero –a diferencia de su madre –
nunca fue su consejera, ni organizó su partido.1
Manuela era íntima amiga de
Camila O'Gorman, la joven muchacha que protagonizó una trágica historia de amor
con un sacerdote bajo el mandato de Rosas. Además, Manuela tenía un romance con
Máximo Terrero, hijo del amigo y socio de Rosas, Juan Nepomuceno Terrero. No
obstante esa relación de amistad, su padre se oponía al matrimonio de su hija.
Sólo después de que Rosas fuera
derrocado por Justo José de Urquiza en 1852, y cuando ambos habían emigrado a
Inglaterra, Manuelita y Máximo pudieron concretar su matrimonio, aún sin el
permiso del general, que se quejaba a sus visitantes de haber sido
"abandonado" por su hija.2
Tuvieron dos hijos, Mariano
Máximo en 1856 y Rodrigo Tomás en 1858, ambos nacidos en Gran Bretaña. Tenía
una activa vida social, e incluso animó a varios ingleses a instalarse en la
Argentina, entre ellos quien sería el futuro general Ignacio Fotheringham.
Continuó durante los años de su exilio visitando a su padre hasta su
fallecimiento, en 1877, cuyos funerales presidió.
Manuelita falleció en Londres en
1898, después de haber llevado una vida tranquila en el exilio y sin haber regresado
a la Argentina desde la Batalla de Caseros.
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